Post Date: septiembre 5, 2019
Por: Dra. Magdalena Joubanoba
Es frecuente que los pacientes nos formulen frases del estilo: “¡estoy demasiado preocupado para pensar en sexo!”, “¡estoy agotada y no tengo deseos!”, “¡no duermo bien!”, “¡los problemas me agobian y me quitan las ganas!”, “¡quiero disfrutar del sexo, pero no puedo!”.
Ante estas expresiones, nuestro diagnóstico suele estar relacionado con el estrés, la enfermedad por excelencia del siglo XXI, que quizás nos acompañe por muchísimo tiempo más. Además, es la etiología de muchas otras patologías, así como de gran parte de las disfunciones sexuales.
Por ello, es necesario definirlo y no quedarnos en la ambigüedad del término.